CÍNICOS

LOS FILÓSOFOS PERROS

 


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DIÓGENES, LOS AMIGOS DE SERRAT Y EL PERRO DINAMITA
Prof./Inv. Marta Abergo Moro

Diógenes, originario de Sínope, colonia griega portuaria del Mar Negro, llegó a Atenas alrededor del 380 aC y se vinculó a los que se reunían en un viejo gimnasio abandonado llamado el Cinosargo, que significa “perro blanco” o “perro ligero”, como Argos, el perro de Odiseo: los llamados cínicos (de kynikós, “perruno”).

Ellos cobraron fama por su rechazo a los falsos valores, las falsas necesidades y su cultivo de la austeridad como camino hacia la libertad. Al igual que los perros callejeros (y el resto de los animales) que satisfacen sus necesidades en público, no respetaban las costumbres y reglas sociales. Forma de vida, a la vez que provocación didáctica, sus “modales” estaban muy alejados de lo que en la Atenas del siglo IV se consideraba aceptable y normal.

De haberla conocido, los cínicos seguramente habrían adoptado como himno la canción “Las malas compañías” de Serrat:

“Mis amigos son unos atorrantes
se exhiben sin pudor, beben a morro,
se pasan las consignas por el forro
y se mofan de cuestiones importantes.

Mis amigos son unos sinvergüenzas
que palpan a las damas el trasero,
que hacen en los lavabos agujeros
y les echan a patadas de las fiestas.

Mis amigos son unos desahogados
que orinan a mitad de la vereda,
contestan sin que nadie les pregunte
y juegan a los chinos sin monedas. […]”

Por supuesto su mascota preferida hubiera sido entonces el perro Dinamita, del rock de Los Redonditos de Ricota:

“…no mueve el rabo con docilidad
ni da la patita, ni hace el muertito
[…]
Y dice ¬No! y me desobedece
¬No! es lo mejor que hace…”

A pesar de su cosmopolitismo de avanzada y su prédica de la igualdad de los hombres, los filósofos cínicos de la antigua Grecia producen todavía una marcada irritación. Las críticas suelen concentrarse en su falta de respeto a ciertas reglas básicas de convivencia, que cada sociedad considera como establecidas desde siempre y con carácter inmutable. Hoy se sabe que esa percepción se origina en los complejos procesos por los que las mismas se adhieren a nuestros comportamientos casi como una segunda naturaleza.

El sociólogo alemán Norbert Elías (1897-1990), realizó una minuciosa investigación sobre la construcción de gran parte de las normas que marcan nuestra cultura a partir de la construcción de la sociedad cortesana que rodeó a las monarquías europeas de la época moderna.

Para muestra, un botón: ¿por qué observamos la regla de pasar a otra persona el cuchillo por el mango? Ni es obvio ni siempre fue así. Practiquemos una vez más el asombro:

“Los hombres de todas las sociedades han observado siempre ciertas reglas para relacionarse entre ellos. Pero el análisis de los hechos muestra que a partir de finales de la Edad Media el uso del cuchillo en la mesa comenzó a ser regulado de una forma nueva por la aristocracia cortesana y más tarde por todos los grupos sociales. Guerreros violentos, señores feudales que peleaban sin cesar o se preparaban para el combate, hombres con pasiones extremas que iban del placer al odio y que tenían suficiente poder como para ceder normalmente a sus impulsos, comenzaron entonces a autoimponerse determinadas normas durante las comidas. Se transformaron así en comensales domesticados. Todas las estructuras sociales y mentales de los pueblos europeos cambiaron a partir de entonces de forma drástica.
Existen documentos desde la Edad Media, concretamente tratados sobre el savoir-vivre, pero nunca habían sido estudiados en serio. En los documentos más antiguos encontramos un sencillo precepto: «No limpie sus dientes con su cuchillo». Se puede afirmar, por lo tanto, que el uso del cuchillo en la mesa implicaba entonces pocas regulaciones, sin embargo esta primera prohibición indica la dirección de futuros desarrollos. Textos posteriores, de finales de la Edad Media (por ejemplo el "Book of Curtesye" ), afirmaban: "No dirija el cuchillo hacia su cara, porque es peligroso y provoca miedo". El cuchillo, durante mucho tiempo a la vez arma y único utensilio para comer, se transformó así en un símbolo de peligro y de muerte.
Esto generó un sentimiento de preocupación que condujo a su estricta reglamentación y posteriormente a la supresión de su uso en sociedad. En 1560, por ejemplo, se encuentra en un tratado de "civilización" la regla, todavía actualmente en uso, según la cual el cuchillo debe de ofrecerse por el mango y nunca por la punta. La explicación de tal forma de actuar es que "sería incorrecto hacerlo de otra forma".
Nosotros podemos, sin embargo, reconocer en ello tendencias emocionales subyacentes: apuntar hacia alguien con el cuchillo es un gesto de ataque. En este momento histórico la sociedad comenzaba a preocuparse por la seguridad individual y rodeaba los símbolos, los gestos y los instrumentos de amenaza, de un arsenal de tabúes.
Resulta interesante comparar este desarrollo con el que tuvo lugar en China, en donde el cuchillo de mesa dejó de usarse desde hace siglos.”

Para seguir pensando.

Bibliografía:
Cordero, N. L., La invención de la filosofía, Ed. Biblos, Buenos Aires, Argentina, 2008.
Norbert Elias. Entrevista a Norbert Elias. Civilización y Subjetividad, Zona Erógena. Nº 13. 1993. http://www.educ.ar

 

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